Masterarbeit, 2013
63 Seiten, Note: 1,6 (9 spanisches Notensystem)
Índice de gráficos y tablas
Introducción
Primera Parte: La experiencia de emigración a Alemania
1. La emigración entre 1955 – 1974
1.1 Condiciones sociopolíticas
1.2 Circunstancias económicas
1.3 Cuantificación de la emigración
1.4 Perfil de los emigrantes
1.5 Motivos de la emigración
1.6 Duración del proceso migratorio
1.7 Integración en la sociedad alemana
2. La emigración entre 2000 – 2013
2.1 Condiciones sociopolíticas y circunstancias económicas
2.2 Cuantificación de la emigración
2.3 Perfil de los emigrantes
2.4 Motivos de la emigración
2.5 Duración del proceso migratorio
2.6 Integración en la sociedad alemana
2.7 Valoración de la experiencia de emigración
Segunda Parte: Contraposición
1. Similitudes
2. Diferencias
3. Observación final
Referencias bibliográficas y documentación
Anexo
Gráficos
Gráfico 1: Entrada de emigrantes españoles en la RFA, 1960-1973
Gráfico 2: Número de parados y tasa de paro – España
Gráfico 3: Evolución de las cifras de empleo y desempleo – Alemania (miles, cifras desestacionalizadas)
Tablas
Tabla 1: Entradas y salidas entre la RFA y España
Tabla 2: Comparación de la tasa de desempleo y el empleo entre España y Alemania
Tabla 3: Cuantificación de la inmigración española a Alemania
Tabla 4: Saldo migratorio para Alemania por año, sexo, nacionalidad (española), grupo de edad (todos)
Tabla 5: Españoles que han venido a Alemania en 2010, según grupos de edad
Tabla 6: ¿Por qué decidiste irte a vivir fuera de España?
Tabla 7: Año de llegada de los encuestados
Tabla 8: ¿Por qué te quedarías en Alemania?
Tabla 9: Autoevaluación del grado de integración de los encuestados
Tabla 10: ¿Con qué dificultades te has visto enfrentado viviendo en Alemania?
Tabla 11: ¿Por qué estas contento con tu puesto de trabajo y tus tareas?
En los últimos años, en los medios de comunicación abundan las noticias del fuerte aumento de los emigrantes españoles a países europeos – especialmente a Alemania. Inevitablemente, surgen recuerdos a la emigración de masas de españoles a la República Federal de Alemania durante principalmente los años sesenta del siglo pasado bajo semejantes circunstancias económicas. Este trabajo quiere investigar lo que tienen en común estos dos flujos migratorios de españoles a Alemania, y lo que les diferencia.
Ya que la reciente emigración al país germano todavía es un fenómeno emergente, apenas se encuentra literatura científica que trate en específico los movimientos, también causados por la crisis financiera por la que España está tan severamente afectada. Por este motivo, se consultaron muchos artículos de periódicos y se creó, además, una encuesta online para averiguar cómo viven los emigrantes españoles en Alemania su experiencia de emigración en la actualidad. La encuesta fue llevada a cabo entre el 14 y el 24 de junio de 2013 y consiguió las respuestas de 335 españoles emigrados a Alemania. Para obtener las respuestas la encuesta se publicó en la red social de Facebook dentro de grupos como “Españoles en Alemania”, “Españoles en Frankfurt” donde se apuntan españoles emigrados a Alemania para, por ejemplo, intercambiar informaciones con respecto a la vida en Alemania. Igualmente, se contactaron los Institutos Goethe e Institutos Cervantes para obtener personas para rellenar la encuesta y, también, se publicó en foros en internet relacionados con temas sobre españoles emigrantes como www.spaniards.es. Aunque la rellenaron muchas más personas de lo esperado en un principio, es obvio, que la encuesta no es representativa, pero sí se puede hacer una idea de las tendencias de las características de la actual emigración a Alemania. La encuesta refleja principalmente las experiencias de personas que llegaron desde el año 2010 a Alemania. Solamente un 16% de los encuestados emigró antes del año 2010 allí, pero de todas maneras este trabajo también toma en consideración las características de los flujos migratorios anteriores a esta fecha.
Puesto que el tema de la emigración actual aparece tan frecuentemente en dispersos artículos de los periódicos u otros medios de comunicación, es de interés, juntar los hechos en un único trabajo para poder compararlo mejor con los movimientos migratorios de entonces. Por consiguiente, se quiere aportar un trabajo con una visión integral. Especialmente interesante es si los emigrantes actuales se sienten bienvenidos en su país de acogida y si se sienten integrados en la nueva sociedad. Asimismo, resulta de interés la propia valoración de los emigrantes de su experiencia emigratoria – si es percibida de manera positiva o más bien negativa.
Para empezar, se va a analizar primero la emigración de los años 1955 hasta 1974, para luego seguir con la más reciente del año 2000 hasta 2013.
La primera ola de emigración de España a Alemania se realiza en contextos políticos distintos a los de hoy día. España estaba caracterizada por una larga dictadura bajo Francisco Franco y la Unión Europea todavía no existía, y por consiguiente, no había una libre circulación de trabajadores entre estos dos países europeos. Entonces, contratos bilaterales tuvieron que organizar la emigración y el intercambio de mano de obra entre España y Alemania. Este último estaba buscando urgentemente trabajadores para su creciente mercado laboral y, por lo tanto, quería atraer a extranjeros para llenar el hueco que deja la falta de obreros autóctonos. Distintos países europeos emprenden el fenómeno de la inmigración de diversas maneras. La forma de proceder en Alemania es muy similar a la de Suiza. Ambos países percibieron la inmigración como un asunto temporal, sin ningún intento de aplicar políticas de integración de las personas extranjeras, ya que se asumió que la inmigración seguía un “principio de rotación”. Al contrario, Francia aplicó, por ejemplo, políticas que trataban de integrar a los inmigrantes y también a sus familiares en la sociedad francesa (Babiano, Fernández Asperilla 2009: 13f.).
En Alemania, sin embargo, ni se hablaba de inmigración, sino que se inventó el término Gastarbeiter – trabajador invitado – para aclarar el concepto de la temporalidad y el hecho que se trata de personas que vienen para cumplir el objetivo de apoyar a la economía alemana mientras que hace falta durante los años de crecimiento. Como a los extranjeros se les consideraba oficialmente como un cojín coyuntural y un “ejército industrial de reserva” estaba previsto que al terminar el crecimiento económico los inmigrantes regresarían a su país de origen (Sanz Díaz 2004: 25f.). Fue expresamente una política de reclutamiento de mano de obra y no una de inmigración, como por ejemplo, la que existió en Argentina al principio del siglo XX. Según el principio de rotación se pensaba que los trabajadores invitados estarían unos años trabajando en Alemania y después retornarían a su patria y serían reemplazados por nuevos inmigrantes. De esta manera se daban permisos renovables de trabajo y residencia limitados a periodos de tiempo cortos y muchas veces relacionados a un específico puesto de trabajo.
Después de todo, lo que tenían previsto teóricamente los políticos alemanes, no obstante, no prestaba atención a la situación real. Los puestos de trabajo que ocuparon los inmigrantes españoles no eran aptos para cambios constantes en la plantilla. Para las empresas significaría un factor de costes importante si tuvieran que capacitar a trabajadores sujetos a un intercambio frecuente. Por lo tanto, fueron los mismos actores económicos, que necesitaban a mano de obra adecuada, los que no se conformaban con las normas políticas y atribuyeron a una mayor constancia de los trabajadores extranjeros en su personal empleado. Ellos muchas veces ayudaron a los obreros inmigrantes a prolongar sus permisos de estancia en Alemania por la necesidad de personas acostumbradas al ámbito de trabajo en cuestión y con sus correspondientes conocimientos específicos.
La política inmigratoria practicada en Alemania con el énfasis en la temporalidad, también, llevó consigo la indiferencia frente a cosas que provocaron que los inmigrantes se quedaran al margen de la sociedad alemana. Empieza con la escasez de una vivienda adecuada y digna para el gran número de extranjeros. También, se puede nombrar la falta de incentivos para los inmigrantes de aprender el idioma del país de acogida. El reagrupamiento familiar en Alemania resultó difícil ya que la política quería impedir de esta manera que se incentive una estancia prolongada en el país (Babiano, Fernández Asperilla 2009: 21ff.).
En marzo de 1960 se firmó el Acuerdo de migración, contratación y colocación de trabajadores españoles en Alemania que determinó la colaboración entre principalmente el Instituto Español de Emigración (IEE) y el Bundesanstalt für Arbeitsvermittlung und Arbeitslosenversicherung (BAA) que fue representado en España a través de la así llamada Comisión Alemana (Sanz Díaz 2004: 27). El reclutamiento activo de trabajadores españoles se llevó a cabo durante 13 años hasta el año 1973 cuando Alemania sufrió los efectos de la crisis petrolera. A partir de 1960, un equipo de representantes de la Comisión Alemana se situó en lugares concretos en el territorio español, elegidos por el IEE, para comenzar el reclutamiento de mano de obra española. La cooperación sucedió de manera que los delegados alemanes recibieron ofertas de trabajo en el mercado laboral alemán, para los que no se encontraban autóctonos quienes podían ocupar el puesto de trabajo, y las entregaron con una descripción detallada al Instituto Español de Emigración que tenía la tarea de encontrar trabajadores españoles apropiados.
En Alemania hacían falta trabajadores cualificados para su industria creciente, pero el gobierno español no quería dejar emigrar a éstos ya que se les necesitaba para desarrollar a su propia economía y prefirió mandar a personas sin mucha formación fuera del país. El IEE evaluó las ofertas de trabajo y según el resultado intentaron encontrar a personas dispuestas a emigrar en las provincias que a ellos mismos les venía mejor en cuanto a, por ejemplo, tasa de desempleo para mejorar la propia estadística de empleo. Carlos Sanz Díaz (2004: 28) afirma: “Como puede apreciarse, estas prerrogativas reservadas al IEE eran muy importantes, porque ponían en manos de este organismo la llave para controlar no solo el volumen sino también la modalidad de la emigración española.” Al mismo tiempo, el IEE también intentaba dar asistencia y cierta protección a los emigrantes en su trayecto fuera del país de origen con información sobre las circunstancias normales de vida y trabajo en Alemania.
Para obtener el permiso oficial de emigración los aspirantes tenían que pasar tanto por un examen médico llevado a cabo por el Instituto Español de Emigración, que sirvió como medida de preselección, como por uno por encargo de la Comisión Alemana para acreditar la salud para desempeñar un trabajo además de la cualificación profesional. Al haber sido aceptado por ambas instituciones fueron otorgados a los futuros trabajadores emigrantes los documentos necesarios, incluyendo el contrato firmado de la correspondiente empresa a la que han sido asignados, para poder ser mandados a Alemania con un tren especial con el único fin de transportar a la mano de obra extranjera. Este proceso de selección para la emigración representa el único camino válido y legal desde el punto de vista del gobierno español – nombrada la emigración asistida. Para Alemania sería también una manera de inmigración enteramente legal – conocida allí con el término de inmigración por el primer camino. (Véase Babiano, Fernández Asperilla 2009: 32ff.; Sanz Díaz 2004: 25ff.; Sanz Díaz 2008: 264ff.)
España y Alemania perseguían dos metas distintas, como ya se ha visto. El primero quería que salieran del país primordialmente desempleados poco cualificados, el segundo, sin embargo, deseaba trabajadores cualificados, por lo que la estrategia política divergía. Si para España solamente existía la emigración asistida, controlada por el IEE, Alemania consentía otras dos posibilidades de inmigración y la consiguiente legalización de la situación de los extranjeros. El segundo camino de inmigración permitido sería a través de un visado especial que había que solicitar en un consulado alemán para poder desempeñar un trabajo en Alemania. Simultáneamente, una empresa alemana tenía que demandar el visado al nombre del solicitante español a quien quería contratar. La así llamada “reclamación nominal” (namentliche Anforderung) fue un mecanismo usado muchas veces para facilitarles a parientes, amigos o conocidos de personas ya trabajando en Alemania el proceso de la emigración, sin tener que pasar por el proceso largo de la emigración asistida. El tercer camino sería una manera de emigración que era considerada ilegal por los dos países y que se realizó usando un pasaporte de turista que explícitamente no servía para entrar en el país por razones laborales. Una vez en territorio alemán las personas se pusieron a buscar trabajo y con un contrato firmado ya podían legalizar su estancia pidiendo un permiso de trabajo y de residencia. Estos permisos, a pesar de todo, solamente se concedieron en tiempos de necesidad de trabajadores extranjeros, es decir, en tiempos de un crecimiento económico significativo. A mediados de los años sesenta incluso muchos de los que llegaron como turistas fueron expulsados del país por el deterioro temporal de la economía alemana. Finalmente existía la posibilidad de entrar en el territorio alemán como turista y encontrarse en una situación ilegal por no conseguir los permisos de trabajo y residencia obligatorios. Los tres últimos modos de salir de España fueron denominados por el gobierno en Madrid con el término de la emigración no asistida (Sanz Díaz 2004: 22ff.). El concepto distinto que tenían los dos países de lo que comprende una emigración legal causó varias desavenencias. Alemania no llegó a impedir las estrategias migratorias al margen del primer camino, ya que para ella significaba una manera más rápida e implicaba menos costes, tanto para el mismo estado como para las empresas dependiendo de la mano de obra extranjera (Sanz Díaz 2008: 272).
Aunque el IEE trataba de controlar los flujos migratorios estrictamente, nunca lo ha conseguido por completo. Sanz Díaz (2008: 275) da las siguientes cifras de la migración al margen de los cauces oficiales: “[…] la frecuencia de la emigración “no asistida” marcó una tendencia descendente, con máximos cercanos al 65% en años como 1960 y 1967, medias del 33%, y un mínimo del 11% en 1973, lo que parece indicio de un progresivo perfeccionamiento de los mecanismos oficiales de control sobre el volumen y la composición de la emigración española.” Según varias fuentes, un promedio alrededor de un 30% de emigrantes formó parte de la emigración no asistida (Babiano, Fernández Asperilla 2009: 69; Sanz Lafuente 2009: 165). Gloria Sanz Lafuente explica que “Estas cifras se elevan al 45% si salimos de la información laboral y comparamos los contratos asistidos con los datos del flujo de emigración de la Oficina Federal de Estadística.” El siguiente gráfico muestra bien lo antes mencionado:
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Conforme a estimaciones que se pueden hacer a partir de diversos datos disponibles, es posible asumir que, más o menos la mitad de los aproximadamente dos millones emigrantes españoles a Europa, desde mediados de los años cincuenta hasta la así llamada crisis petrolera, se fueron sin la asistencia del Instituto de Emigración Española (Babiano, Fernández Asperilla 2009: 70). “En Alemania, según estimaciones de la Comisión Episcopal de Emigración, de los 444.119 trabajadores españoles que entraron entre 1960 y 1971, sólo 289.069 lo hicieron con contrato previo facilitado en España. El resto entró en la RFA con pasaporte de turista; es decir, el 35 por ciento.” (Babiano, Fernández Asperilla 2009: 69). Parece sorprendente que tantos emigrantes no querían aprovechar la posibilidad de salir con el apoyo del IEE ya que significaría un ahorro en los gastos de transporte al país de destino y la asistencia en la organización de los documentos necesarios para emigrar, además de cierta protección aparte de otras cosas. Sin embargo, las personas veían ventajas en el hecho de que a través de los cauces no oficiales el proceso de emigración y asignación a las empresas alemanas era mucho más rápido ya que no había que pasar por tantos pasos burocráticos que consumían mucho tiempo – en muchos casos hasta cinco o seis meses. Otra razón por la que no se optó por la emigración asistida era que de este modo no se podían mover libremente dentro de Alemania, para reorientarse espacial- o profesionalmente, ya que la emigración era restringida en este sentido por el contrato (Babiano, Fernández Asperilla 2009: 56f.).
Luego, se encontraban muchas mujeres en la emigración no asistida porque el IEE se mostraba reacio a dejar salir a ellas del país. Eso tenía que ver con la percepción de que la mujer era la responsable para las tareas del hogar, el cuidado de los niños y otras cosas consideradas de ser asuntos femeninos (Sanz Lafuente 2009: 155). Para demostrar algunas de las restricciones impuestas a las mujeres que querían salir de España se puede nombrar, por ejemplo, la necesidad de la autorización por parte del padre para mujeres de entre 18 y 25 años o la del marido, en caso de que estaba casada (Babiano, Fernández Asperilla 2009: 57). La emigración de las mujeres por parte oficial se concebía entonces como “un evidente riesgo moral y espiritual” (Archivo del Ministerio de Trabajo. Acta de la reunión del Consejo del IEE celebrada el día 16 de enero de 1966. (sin catalogar). En Sanz Lafuente 2009: 156). Solamente un 38% de las mujeres emigradas a Alemania, por eso, lo hicieron con la ayuda del IEE. Las otras tenían que fiar en sus redes sociales, como por ejemplo a través del reagrupamiento familiar, o también, en mediadores informales, como representantes de empresas en busca de trabajadores extranjeros.
Las vías no oficiales se usaron igualmente por trabajadores cualificados a los que el IEE consideraba imprescindibles para el propio desarrollo económico y por ello no les quería permitir la emigración. Pero también fueron usados por los trabajadores a los que no se les consideraban aptos para salir del país en los exámenes médicos llevados a cabo por el IEE y la Comisión Alemana (Sanz Lafuente 2009: 166).
España, después de los años de guerra civil, pasó por una pobreza enorme y las políticas que fomentaban la autarquía no conseguían desarrollar económicamente el país. Como nación principalmente enfocada en la agricultura, con la modernización de la misma, se llevó a cabo un éxodo rural ya que entonces las máquinas modernas podían hacer el trabajo humano. Sin embargo, los centros urbanos industrializados tampoco ofrecían suficiente puestos para la gente en búsqueda de trabajo, aunque en los años cincuenta España se empezó a abrir lentamente a inversores extranjeros, que ayudaron a incrementar notablemente la producción industrial (Martín Pérez 2012: 28).
El gobierno español entonces perseguía principalmente una estrategia económica de fomento de la emigración a través del IEE. La emigración debía ayudar en el desarrollo del país de modo que se fuera gran parte de los desempleados al extranjero, donde faltaba mano de obra, para así evitar gastos del gobierno dirigidos a los parados y otras expensas sociales en relación con su situación. Pero un aspecto esencial de las ventajas de un gran número de emigrantes era la cantidad importante de remesas que éstos podrían mandar a los familiares que se habían quedado en el país de origen (Kreienbrink 2008: 226f.). Se ha referido a las remesas también como Plan Marshall para España (Martín Pérez 2012: 27).
Al igual que pasa hoy en día, se anunció a Alemania como un “paraíso” de los trabajadores y los salarios altos eran un incentivo importante para la emigración. La política emigratoria de España a finales de los años cincuenta formaba una parte sustancial en la política económica española, aunque al final parece que sus efectos no han sido tan exitosos de lo que se proclamaba (Kreienbrink 2008: 232). En un estudio Ródenas Calatayud podía enseñar que:
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Mientras que España estaba pasando por una mala situación económica, los países del norte de Europa, Alemania incluida, experimentaron un fuerte crecimiento de su mercado laboral, especialmente en el sector industrial, pero también, en el sector terciario. Varias razones hicieron que así los trabajadores españoles resultarían ser una mano de obra muy oportuna para solucionar los problemas que causó el casi pleno empleo de entonces. Por un lado, Alemania notaba la falta de trabajadores masculinos como consecuencia de la anterior guerra además de una ola migratoria hacia América. Pero por otro lado, también desempeñaron un papel importante razones como la introducción del servicio militar, la disminución de la jornada laboral y la extensión del tiempo que consumía ahora la formación de las personas jóvenes. El así llamado ‘milagro económico alemán’ llevó consigo que los trabajadores autóctonos ascendieron de categoría, y de esta manera, se quedaron libres empleos que no requerían una cualificación especial. Estos fueron los que fueron ocupados entonces por trabajadores extranjeros, junto a mano de obra alemana poca cualificada – entre ellos se encontraban personas del sector agrícola, artesanos o mujeres. (Martín Pérez 2012: 28ff.; Sanz Díaz 2008: 262ff.). Por un lado, en España existían algunos factores push y, por otro lado, Alemania ofreció muchos factores pull que provocaron la emigración de miles de personas a Alemania.
En el punto 1.1 ya se ha visto que el registro de movimientos migratorios tiene varias problemáticas. Entre otros, existen problemas como son las definiciones de lo que son migrantes, que difieren desde distintos puntos de vista, pero, también la voluntad de los migrantes de registrarse en los correspondientes institutos oficiales dedicados a la obtención de los datos de las migraciones que están sucediendo. De este modo, es importante tener en cuenta que los datos oficiales son orientativos y no reflejan un 100 por 100 la realidad. Los datos más fiables en este caso son las que ofrece el gobierno alemán por las razones de definición que ya se han explicado en el punto 1.1. En esta época, Alemania fue, después de Francia, el segundo destino más frecuentemente elegido durante la masiva emigración de españoles a Europa.
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Fuente: Sanz Díaz (2008: 259). Resaltes por la autora.
En el gráfico se ve que entre 1955 y 1959 había solamente unos 6.000 españoles en total trabajando en Alemania. Un cambio drástico aparece en el año 1960 cuando se firmó el Acuerdo de migración, contratación y colocación de trabajadores españoles en Alemania que fomentó de manera obvia la emigración de españoles a Alemania. Durante los trece años (1960 – 1973) en los que el acuerdo bilateral estaba en vigor el saldo de las migraciones era casi siempre positivo, menos durante los dos años de crisis económica en 1966 y 1967. La población española en Alemania llegó a su punto máximo en 1973 cuando residían unos 287.000 españoles allí. Además, fue el mismo año en el que más españoles estaban trabajando en el país con unos 190.000 ocupados. Los cinco años con un mayor número de inmigrantes fueron los siguientes en orden descendiente: 82.324 inmigrantes en 1965, 81.818 inmigrantes en 1964, 62.561 inmigrantes en 1962, 62.134 inmigrantes en 1963, y 61.318 inmigrantes en 1970.
A partir del año 1973 Alemania intentó cerrar sus fronteras y anuló el acuerdo con España. La crisis afectó especialmente a los inmigrantes lo que se refleja en los números de retorno muy elevados a partir del año 1974. Hasta el año 1982 el saldo siempre se mantenía en un nivel negativo. Resumiendo el gráfico, “[…] entre 1955 y 1982 salieron aproximadamente 807.622 emigrantes españoles con el destino a la RFA, de los cuales regresaron a España en el mismo periodo 695.842, es decir el 86,1% […].” (Sanz Díaz 2008: 258; resalte por la autora).
(Cf. Sanz Díaz 2008: 258ff.).
La mayoría de los emigrantes españoles eran originarios de zonas rurales, económicamente subdesarrolladas y marcadas por un considerable desempleo. La mitad de los emigrantes venían de Andalucía y Galicia y “les seguían, en orden decreciente, Extremadura, León, las dos Castillas, Murcia y Valencia.” (Sanz Díaz 2008: 275). Muchos de ellos intentaron encontrar trabajo en las zonas industrializadas como Madrid o Barcelona antes de mudarse fuera del país (Garmendia 1981: 245). La distinta aportación de inmigrantes es asimismo influida por las actividades del gobierno español, ya que allí los esfuerzos para reclutar trabajadores eran mayores, pero también, por la mayor disposición a emigrar que implicó el hecho de conocer a personas del mismo pueblo o de la misma zona en el extranjero. Martín Pérez (2012: 41) describe la vida precaria que tenían la mayoría de los emigrantes en esa época como resultado de la Guerra Civil. Los niños tuvieron que trabajar desde pequeños ayudando o en el campo o con las tareas domésticas por lo que entonces no quedaba tiempo para obtener una buena formación.
En la emigración española a distintos países europeos predominaban los hombres jóvenes en edad laboral. Una encuesta de la Oficina Federal de Colocación de Núremberg hace constar con datos del año 1968 y 1972 que las mujeres en estos años formaron alrededor de un 30% de la inmigración en Alemania (Garmendia 1981: 248ff.). En cuanto a la edad Gabriel Álvarez Silvar (2002: 85 en Martín Pérez 2012: 44) ofrece los siguientes datos:
El grupo de edad comprendido entre los 15 y los 34 años (72%) es el que nutre principalmente la emigración continental, siendo las edades de 25 a 34 años las más representativas. Las mujeres que emigran lo hacen a edades más tempranas que los varones —casi la mitad de ellas parten cuando tienen entre 15 y 24 años—; la diferencia hay que buscarla en el retraso que sufren los hombres al tener que esperar a cumplir el servicio militar.
La vuelta, no obstante, se retrasa para los hombres ya que también se casan más tarde que las mujeres. Ellas adelantan su retorno, de la misma manera que habían llegado con una edad más temprana. Cuando una vez que están casadas y han fundado un hogar se dificulta la emigración por lo que a partir de los 25 años el número de emigrantes femeninas disminuye considerablemente (Sánchez López 1969: 88f.).
Cuando se reflexiona sobre las razones que pueden motivar a las personas a dejar su patria, lo primero sería pensar en motivos económicos que llevan a la emigración. Por un lado, pueden ser expulsados por las malas circunstancias que les rodean o, por otro lado, por el deseo general de vivir mejor en un futuro a través de las mejores condiciones que se ofrecen en el mercado laboral extranjero (Martín Pérez 2012: 27). Aparte de estas razones obvias de querer mejorar el estándar de vida, se encuentran otras, condicionadas por un marco migratorio superior, como lo llama Ana Fernández Asperilla en su ensayo sobre las estrategias migratorias con respecto a la emigración española a Europa. Ella lo explica así (2000: 68): “Las relaciones entre estados naciones son elementos del citado marco que interaccionan junto con otros actores privados, como las grandes corporaciones y las familias de clase obrera, dentro de un sistema que los trasciende a todos y que es producto del desarrollo histórico anterior.” Las migraciones entonces son influidas por las políticas y economías de los países en cuestión. En caso de que las relaciones aumentan, también lo hacen los movimientos migratorios. Por lo tanto, las personas que tienen pensado emigrar basan sus decisiones tanto en sus ambiciones personales, como es la mejora de sus condiciones, como en el contexto político y económico que se les presenta. Como ejemplos se pueden dar la labor del IEE, con su colaboración con los distintos gobiernos europeos, que facilitaba la emigración a Europa o la imagen general positiva que fomentó el gobierno franquista del acto de la emigración en la opinión pública. (Fernández Asperilla 2000: 68). Algunos, también, querían huir del sistema político represivo que a muchos, con una visión política contraria, impidió vivir tranquilamente. Especialmente ellos, pero al mismo tiempo todos los emigrantes, podían encontrar en Alemania una libertad (política) todavía desconocida en su país de origen.
La emigración iniciada a mediados de los años cincuenta fue acompañada de unas ideas de ahorro ilusorias que serían posibles en Alemania dentro de poco tiempo, del desempleo en España o del trabajo mal remunerado. La meta entonces era ahorrar rápidamente durante el periodo de trabajo en el extranjero y, a la vuelta, poder invertir en inmuebles o negocios u otros artículos de consumo que, en aquel tiempo, significaban un lujo para los ciudadanos medios. A través de la emigración temporal se vio una oportunidad de lograr los mencionados objetivos, ya que no vieron esa posibilidad en su propio país. Especialmente entre jóvenes y solteros, también, se encontraba la curiosidad por países ajenos como un motivo de emigración. Martín Pérez (2012: 29) cita, además, a Garmendia, que menciona, que los turistas con sus objetos de lujo, como entonces eran por ejemplo los coches, hicieron que los españoles aspiraron a poder permitirse los mismos lujos con la ayuda de la emigración. Luego, cuando ya habían alcanzado algunos emigrantes ciertos artículos de consumo con los que se podía presumir durante las vacaciones en el pueblo de origen, incitaron a más personas a mejorar sus condiciones de vida en el extranjero como emigrantes. No obstante, durante la estancia en el pueblo por lo general se negaba la parte dura de la emigración (Arribas; Pérez 2005).
En el caso de muchas mujeres no predominaba un motivo económico en su emigración, sino más bien motivos de reunificación familiar – sea con el marido, el padre o los hermanos – mientras que en la actualidad, la mayoría de los migrantes son mujeres que emprenden sus propios proyectos migratorios. Otra razón podría ser la situación de estigmatización de la que sufrían las madres solteras en la sociedad franquista. La emigración podría significar una fuga de las estrictas reglas morales a una sociedad más liberal. Más allá de esto, una motivación para dejar la patria podía ser también el deseo de romper con los lazos familiares. El divorcio no estaba permitido y la emigración implicaba una posibilidad de dejar atrás a familiares molestos (Fernández Asperilla 2000: 74ff.).
La emigración española a países europeos alrededor de los años sesenta en la mayoría de los casos estaba caracterizada por el pensamiento del retorno rápido. En cuanto que se habían hecho suficientes ahorros, como para poder adquirir el inmueble o negocio, que se aspiraba, el proyecto migratorio se percibía por terminado y se empezó a planificar la vuelta. José Garmendia, incluso, se refiere al fenómeno migratorio español en el subtítulo del libro editado por él La emigración española en la encrucijada a una emigración de retorno.
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